Para muchos padres es
difícil asumir que su hijo puede ser el agresor. "Es normal que los padres
tiendan a defender en seguida a su hijo", explica. "Es duro aceptar
que un hijo está haciendo algo cruel, pero es un primer paso importantísimo que
aportará muchos beneficios.
Muchos niños hacen cosas
online que jamás harían en la vida real. "Es el anonimato, la percepción errónea
de que las cosas que se hacen en Internet no son tan dañinas como las que se
hacen en el cara a cara. Al escribir algo en una red social,
el adolescente no recibe una reacción física inmediata y puede mostrarse más
desinhibido. Es importante que los padres le expliquen que sus acciones, sean en el medio que sean, pueden tener un efecto dañino".
Si se sorprende al propio
hijo acosando a otro adolescente lo mejor es restringirle el acceso a las redes
sociales durante una temporada. Es importante que se le deje claro que lo irá
recuperando según aprenda las normas adecuadas en la interacción online.
A partir de entonces, los padres pueden ir dándole pequeños espacios de tiempo
cada día, para que aprenda a recuperar el privilegio de interactuar en sus
perfiles.
Las formas más efectivas de
combatir la agresión por internet son la información y la educación. Es
bueno que padres y tutores sepan qué perfiles abren los niños, qué redes
sociales frecuentan, cuántas horas al día dedican a ello. Y es todavía mejor
que les enseñen que en la vida virtual, los insultos duelen tanto como en la
vida real.
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